
Estaba hablando con Alice y ella me pidió que le contase un cuento. No se de
donde salió esto pero estoy empezando a creer que me envicie con escribir
escenas de sangre. Y yo odio la sangre. ¿Estoy loca? Bueno… No respondan. Les
dejo mi "cuento" Aun no tiene titulo.
A ella le gusta mirarse al espejo. Esta enamorada de su rostro.
Sus delicadas facciones, aquel perfil tan fino. La piel de porcelana y los ojos del cielo. Con los rizos castaños cayendo por sus hombros. Y la sonrisa inquebrable de su rostro, mostrando los finos dientecillos color perla.
Mamá suele decirle que no se apegue a esa imagen. Por que su interior valdría más si tan solo buscara enriquecerlo. Es hermosa y no hay que negarlo.
'Jasmine, ya deja ese espejo cariño, es hora de ir a la escuela' Desvía un rato la mirada y camina aún con el pequeño objeto en la mano, sin dejar de admirar su reflejo. Le gusta tanto.
Por que no hay nadie mas linda que ella. Solo ella. Sonríe ante los cumplidos, la atención de los demás la hace cada día más y más hermosa. Y el espejo le acompaña a todas partes, vaya donde vaya lo lleva consigo, bajo su regazo.
De repente, una mañana, no escucha la bienvenida de los demás, ni los silbidos, los halagos. Un vacío dentro de ella. Hay alguien más allí, una extraña chica. No es tan bonita. De ojos y cabello negro. Pero la gracia de su cara, la vida de sus ojos la hacen mucho más agradable a la vista de los demás que el impasible rostro de Jasmine y su sonrisa monótona de siempre.
Llega a casa frustrada, rompe los espejos, se corta la palma con un pedazo de vidrio roto por accidente. La sangre se escurre entre sus dedos. Y aun así no duele. No lo siente. Lo que queda del gran espejo refleja el azul de sus ojos. En la imagen se escurren las lágrimas, se palpa las mejillas y no hay rastro de ellas en su cuerpo.
Su reflejo solloza y golpea con fuerza la barrera que la separa de su cuerpo.
Entonces lo comprende. Aquel espejo, se ha llevado su alma.
Sus delicadas facciones, aquel perfil tan fino. La piel de porcelana y los ojos del cielo. Con los rizos castaños cayendo por sus hombros. Y la sonrisa inquebrable de su rostro, mostrando los finos dientecillos color perla.
Mamá suele decirle que no se apegue a esa imagen. Por que su interior valdría más si tan solo buscara enriquecerlo. Es hermosa y no hay que negarlo.
'Jasmine, ya deja ese espejo cariño, es hora de ir a la escuela' Desvía un rato la mirada y camina aún con el pequeño objeto en la mano, sin dejar de admirar su reflejo. Le gusta tanto.
Por que no hay nadie mas linda que ella. Solo ella. Sonríe ante los cumplidos, la atención de los demás la hace cada día más y más hermosa. Y el espejo le acompaña a todas partes, vaya donde vaya lo lleva consigo, bajo su regazo.
De repente, una mañana, no escucha la bienvenida de los demás, ni los silbidos, los halagos. Un vacío dentro de ella. Hay alguien más allí, una extraña chica. No es tan bonita. De ojos y cabello negro. Pero la gracia de su cara, la vida de sus ojos la hacen mucho más agradable a la vista de los demás que el impasible rostro de Jasmine y su sonrisa monótona de siempre.
Llega a casa frustrada, rompe los espejos, se corta la palma con un pedazo de vidrio roto por accidente. La sangre se escurre entre sus dedos. Y aun así no duele. No lo siente. Lo que queda del gran espejo refleja el azul de sus ojos. En la imagen se escurren las lágrimas, se palpa las mejillas y no hay rastro de ellas en su cuerpo.
Su reflejo solloza y golpea con fuerza la barrera que la separa de su cuerpo.
Entonces lo comprende. Aquel espejo, se ha llevado su alma.
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